Usa tu propia llave. Di buenas tardes, di buenas noches y entra.
Como quien ha salido a un recado, y regresa, y ve la casa como estaba, y lo aprueba, y se sienta en el sillón más cómodo con un lento suspiro.
Abre cuando llegues, si quieres, la ventana a los sonidos cómplices de fuera, y a la luz, y a la favorable intemperie de la vida.
El tiempo en que no te tuve dejará de existir cuando tú llegues.
Todo será sencillo. Como una rosa recién cortada, se instalará el milagro entre nosotros.
No habrá nada que no quepa en mis manos cuando llegues.
Tornasoladas nubes coronarán el techo de la alcoba.
¿Dónde están mis heridas?, me diré…
Pero escúchame bien: llega para quedarte cuando llegues.
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