Vivo en una ciudad privilegiada en muchos aspectos. Donosti es pequeña, cómoda, bonita , con playa y monte y bastante tranquila. Y yo, tengo que confesar que estoy enamorada de ella. Me siento muy orgullosa de ser Donostiarra y me hincho como una pava cuando hablo con alguien y me dice lo suertuda que soy.
Tiene edificios preciosos como el Ayuntamiento, el María Cristina o el Victoria Eugenia, la Catedral o la Basílica y para quien le guste lo moderno, el Kursaal.
Pero lo que la hace verdaderamente única es la belleza natural que tiene. La bahía de La Concha es sin duda una estampa incomparable y el paseo que se puede dar desde Monpás hasta el Peine de los Vientos no tiene igual. Y aquí llego a mis dos rincones favoritos.
Cuando salgo a andar, empiezo en la Zurriola y voy por el Kursaal hasta el Paseo Nuevo. Y aquí me gusta pararme a leer o simplemente a pensar en uno de los sitios que para mí son más significativos, el rincón donde está la escultura de Oteiza.
Es un sitio en el que si el mar está tranquilo, se respira muchisima paz y si el Cantábrico está enfurecido ofrece una vista espectacular. Desde aquí se ven la playa de La Concha y la de Ondarreta, la isla de Santa Clara y el monte Igeldo, quedando justo detrás nuestro Urgull...
Un espacio de visita obligada...
Y si el anterior es un rincón que te embarga, el otro te enamora...El Peine de los Vientos (Los Peines del Viento) es sin duda mi rincón favorito por mil razones...
La vista, la panorámica que ofrece del mar, los sonidos que te envuelven, el olor inconfundible...Si hace bueno, es una delicia sentarse a tomar el sol, y si hace malo, la postal que presenta no tiene comparación. Y desde hace unos años, a todo esto se le suma el que aquí he compartido momentos inolvidables con una persona que ha sido, es y será alguien muy especial para mí.
Durante este tiempo, mis rincones se han convertido en nuestros rincones, y ahora cuando voy sola, a todas las sensaciones que me producen tengo que sumar un montón de recuerdos...todos buenos...